Capilla Armenia
El retablo pintado por el artista armenio Hayk Grigoryan nos cuenta la historia del nacimiento del primer estado cristiano del mundo. En el tríptico que corona la parte superior resalta el Khachkar o cruz de piedra ricamente labrada que aun hoy día conserva en toda Armenia su forma característica como testimonio de una fe fuertemente arraigada. La flanquean las figuras de los apóstoles San Bartolomé y San (Judas) Tadeo, los primeros evangelizadores de Armenia.
La franja en la que reposa el tríptico desarrolla uno de los acontecimientos más conocidos de la Biblia: el Diluvio Universal y el Arca de Noé. Todos recordamos que el diluvio cesó y el arca pudo reposar felizmente en el monte Ararat, el monte sagrado de los armenios. Mediante símbolos lacónicos el artista cuenta la historia de Noé: un arca surcando las olas turbulentas, un cuervo negro, una paloma blanca con un ramo de olivo, la cima del monte Ararat y, en medio de todo esto, la mano de Dios que bendice la nueva alianza con el hombre.
El conjunto que constituye la base del retablo agrupa varias imágenes: en el centro, la Virgen con el Niño, de un realismo que se aleja de una idealización iconográfica. La postura de la Virgen está realizada según la tradición iconográfica oriental: sentada en un trono con el Niño Jesús a su izquierda. El Niño sostiene en sus manos dos elementos simbólicos: una azucena blanca, símbolo de la pureza de la Virgen y un jilguero que presagia la Pasión de Cristo.
A la izquierda de la imagen de la Virgen con el Niño vemos a San Gregorio el Iluminador, el primer patriarca de la Iglesia Apostólica Armenia. Gracias a él Armenia se convirtió en el primer país que adoptó el cristianismo como religión del estado. En la parte inferior del retablo, como una cinta de película en blanco y negro, de nuevo a través de unas imágenes lacónicas, el artista nos cuenta toda la historia de dicha adopción: San Gregorio sentado en la mazmorra, la curación por la que el rey Tiridates deja su forma de jabalí convirtiéndose de nuevo en ser humano, la fundación de la primera iglesia y, al final, San Gregorio que lanza la espada de Tiridates al cielo con las palabras: “Que esta espada ungida se convierta en la cruz de Dios”. A la izquierda de la imagen del primer patriarca vemos la Catedral de Echmiadzín, centro religioso armenio, una oración del siglo VIII y las tres reliquias que no pueden faltar en el rito de la bendición de los óleos sagrados -el Lignum Crucis, la sagrada lanza y la mano derecha de San Gregorio.
La imagen de la derecha representa a San Mesrop Mashtots, creador del alfabeto armenio, adaptado a la fonética del idioma. Su creación tuvo un gran impacto en la evangelización, el posterior desarrollo de la literatura, el pensamiento armenio y su cultura. Queda reproducido en el retablo, a la derecha de San Mesrop Mashtots.
En los paneles laterales, que de una manera simbólica abrazan y concluyen el retablo, aparecen símbolos zoomorfos en forma de medallones que representan a los cuatro evangelistas. En el centro vemos a dos sacerdotes arrodillados que sostienen la Iglesia, como atlantes, y cuya diferencia de edad hace clara alusión a que la tradición y la fe cristiana se ha pasado de generación en generación.
Hayk Grigoryan es un artista de origen armenio afincado en Granada. Ha participado en muchas exposiciones internacionales y es ganador de numerosos premios. Sus obras se encuentran en colecciones privadas y públicas tales como, por ejemplo, Galería Nacional de Armenia, Biblioteca Nacional de España, Museo de Grabado de China, Bibliotheques-Mediatheques en Metz (Francia), Museo Castillo de Malbork (Polonia), etc.
Ha sido comisario de numerosas exposiciones, tales como “En Busca del Paraíso Perdido” (2013/ 2015), “El Genocidio Cultural Armenio – El antes y el después” (2015), “La Infancia Robada” (2015), etc. Actualmente sigue trabajando en grabado, pintura e iconografía.
Capilla Lateral 2
El icono tríptico de esta capilla, titulado Pentecostés siríaco, está escrito en la tradición siro-maronita contemporánea y ha sido realizado por el sacerdote maronita libanés, Abdo Badwi. La iconografía siro-maronita es bastante antigua y se encuentra tanto en los antiguos manuscritos siríacos y maronitas como en los iconos y las pinturas murales. La iconografía siro-maronita contemporánea, como, por ejemplo, los iconos realizados por el padre Abdo Badwi, es un estilo iconográfico simplificado que, por un lado, conserva su aspecto tradicional, pero, por el otro, cuenta con una innovación artística y técnica.
En la parte central de esta pintura, inspirada en la famosa miniatura del del siglo VI del Evangelio siro-maronita de Rabbula, está representado el Pentecostés circundado por cuatro santos: San Marón, patrón de la Iglesia Maronita, San Efrén, patrón de la Iglesia Siríaca, San Charbel, patrón del Líbano, y San Nicolás, patrón de la Iglesia.
En las dos partes laterales se representan, a la derecha, el Árbol de Jesé y la Navidad y, a la izquierda, la Anunciación de la Virgen y la Visitación de la Virgen María a Isabel.
El padre Abdo Badwi es un iconógrafo libanés (Kazlik, Líbano) de gran reconocimiento internacional, autor de iconos, vidrieras, mosaicos, etc., en Líbano, Siria, Egipto, Chipre, Tierra Santa, Vaticano, Canadá, Estados Unidos, Australia, India y otros países. Sus obras han sido expuestas individualmente y en grupo tanto en Líbano, como en el extranjero. Además de artista y autor de numerosos artículos, el padre Abdo Badwi ha sido profesor de pintura, iconografía cristiana, historia del arte e idiomas semíticos en la Universidad Espíritu Santo de Kaslik (USEK) (1980), decano de la Facultad de Bellas Artes de USEK (1986), profesor en el Instituto Nacional de las Bellas Artes (INBA) en Beirut (1989), fundador y director del departamento de Arte Sacro (USEK) (1994) y director del Instituto Litúrgico (USEK) (2010). Recientemente ha sido jefe del Comisariado Patriarcal de Arte litúrgico, miembro de la Asociación libanesa de los pintores y escultores, miembro del grupo libanés de investigación y de estudios subterráneos (GERSL), miembro fundador del comisariado de los bienes culturales de la Iglesia en Líbano, miembro representante del OLM en el comisariado de Salvaguarda del Valle de Quadicha (COSAQ), miembro de la Sociedad Canadiense de Estudios Siríacos (CSSS), etc.
Capilla Lateral 7
El icono tríptico de esta capilla, Símbolo de Santa María, que incluye un marco de madera tallado a mano, está escrito en la tradición cristiana etíope por el iconógrafo etíope Adefris Geletu Wolde.
En la parte central del tríptico está representada la Santísima Virgen María con su amado Hijo en brazos. A su derecha y a su izquierda están San Miguel y San Gabriel, respectivamente. Los arcángeles, que en la tradición de la iconografía etíope siempre acompañan a la Virgen, con las espadas levantadas, sostienen una cortina brillante. A ambos lados de Santa María están representados 12 apóstoles, cuyas vidas no se apartaron de ella. Debajo de Nuestra Señora podemos ver a los sacerdotes etíopes que interceden continuamente ante Nuestra Madre por la humanidad.
Las imágenes de los laterales representan las escenas del Antiguo Testamento que en sí son símbolos de la Virgen María: Adán y Eva y la tienda de Abrahán, la escalera de Jacob y la zarza ardiente de Moisés.
Todos los elementos que componen la iconografía de esta tradición, que toma sus raíces en la liturgia antigua de la Iglesia Ortodoxa etíope, incluidos los pájaros, la vid y los colores utilizados, tienen un significado profundo y simbólico.
El artista Adefris Geletu Wolde es etíope (Addis Abeba, Etiopía), y se ha especializado en la iconografía etíope tradicional, aunque dándole un toque contemporáneo. También realiza obras artísticas de diseño y pintura contemporánea en lienzo, madera, cuero, piedra y otros materiales naturales, talla madera, trabaja barro y plata, etc. Sus obras son muy valoradas entre los coleccionistas de arte tradicional etíope. Ha participado en numerosas exposiciones organizadas en su país.
Retablo de San Bartolomé
El nuevo, retablo es una emulación del antiguo retablo del siglo XVI de la iglesia granadina de San José, es decir, no se trata de una simple copia, sino de un nuevo retablo donde las connotaciones artísticas contemporáneas son aportadas por el estilo personal de varios pintores profesionales con una amplia trayectoria artística. Es decir, un retablo del siglo XXI con la esencia del hispano flamenco del siglo XVI. Proyecto que se ideo por la imposibilidad de traerse el retablo primitivo al estar catalogado y protegido como Bien de Interés Cultural y por tanto inamovible; tampoco tenía sentido realizar una copia exacta del mismo al encontrarse el original a escaso 300 metros de San Nicolás.
El antiguo retablo gótico de la Iglesia de San José, de gusto ojival y estilo flamenco, datado en 1506, es atribuido por Gómez-Moreno González al pintor Petrus Christus II, pintor flamenco que residió en Granada. Nació en Brujas en 1472 e identificado por Camón Aznar como hijo de Sebastián Christus – gran miniaturista fallecido en 1500- y nieto de Petrus Christus I que fue discípulo de Juan van Eyck (Bearle 1420 – Brujas 1473). Fue nombrado maestro de la Gilda de pintores de Brujas y se instaló en Granada en torno a 1530 para encargarse de la planificación y adornos de los altares de la catedral, hasta su fallecimiento en 1530. El retablo tallado y dorado presenta delgados pilarcetes que lo dividen en tres series de pequeños encasamientos con sus doseletes tallados; en el principal hay una pequeña escultura de San Sebastián sobre fondo plano de decoración vegetal con picado de lustre y franqueado por las tablas que representan el martirio de San Bartolomé. En el segundo piso se representa a la izquierda el Nacimiento de la Virgen con Santa Catalina Mártir e Isabel la Católica, a la derecha la Visitación con Santa Catalina de Siena y en el centro la Asunción rodeada de serafines y la Trinidad en el momento de su coronación. El último piso cierra la composición iconográfica con la Flagelación, Crucifixión y quinta Angustia. Se ha planteado que probablemente el programa iconográfico de este retablo estuvo estipulado por los donantes para su capilla en la iglesia de San José, donantes que son representados en los cuadros del martirio de San Bartolomé. Todo el retablo es envuelto por una polvera o guardapolvo con motivos candelieri y pequeños óculos con pinturas que representa la Resurrección de Cristo y la Misa de San Gregorio y con connotaciones renacentistas.
El proyecto para la elaboración del nuevo retablo fue dirigido por el Departamento de Restauración de la Archidiócesis de Granada y desarrollado por un magnífico equipo de artistas. La estructura del nuevo retablo, fue ejecutado como una copia casi exacta, empleando una madera de cedro sin dorar, con acabado mate para ofrecer una enmarcación más actual. Estilísticamente ha sido parcialmente modificado al prescindir del guardapolvo y las decoraciones del último piso que presenta el original y reproduciendo los doseletes perdidos. Todo el soporte de madera se encuentra anclado sobre una estructura metálica que abre sobre el lateral derecho para poder incorporar las tablas pictóricas. Trabajo que fue realizado por la empresa ARTE EN BRONCE MOLINÉ SEGOVIA S.L.: Miguel Ángel Moliné Baena, Francisco Javier Galán Domingo y David Sánchez Cruz.
La escultura de San Sebastián es una pequeña talla policromada anónima de finales del siglo XV principios del siglo XVI, es decir análoga a la imagen del retablo primitivo. Dicha escultura pertenece a la colección de la Casa Arzobispal y que se encontraba inventariada y almacenada.
A nivel pictórico, se ha contado con la participación de ocho pintores para la realización de las ocho tablas que compone el retablo, realizándose con la libertad artística que reside en la personalidad de cada pintor, con sus toques de pinceladas, técnica y gamas de colores, pero sin perder la esencia artística de la pintura flamenca. Proyecto que han participado:
Francisco Lagares, con la magnífica versión de La Quinta Angustia o Descendimiento donde la elegancia de sus colores y pinceladas lo envuelve en una cuidadosa atmósfera clásica. Su creación plástica no necesita emular la técnica de los primitivos flamencos, no es un sacrificio estético al que se ha supeditado el pintor, sino, por el contrario, ha conseguido acercar aquel momento de la pintura al concepto actual de su obra.
José Antonio García Amezcua, para la ejecución de la tabla del Calvario donde incorpora unos guiños ausentes de la obra original, como son la torre de la catedral de Guadix, un móvil y un galgo, elementos de un tiempo actual, una temática siempre presente en el artista y un espacio en el que vive y se desarrolla como tal.
Miguel Ángel Maderas Luque, realiza la Flagelación. En su obra se puede apreciar su interés por la composición y el color. Composiciones protagonizadas por la conjunción de colores cálidos y fríos en una misma obra, fragmentándose como una suerte de vidriera compuesta de cientos de matices. Composiciones donde el sonido y el silencio conviven, así como lo abstracto y lo concreto. Miguel Ángel Maderas refleja la más reciente concepción figurativa en el arte.
Francisco Carrillo Cruz, nos deleita con la magnífica copia de la Visitación que con su magnífico control de la luz y el color matiza esa atmósfera flamenca, incorporándole además una estela de avión como guiño contemporáneo. El pintor se implica en el cuadro con la misma intención y anhelo que desborda en sus paisajes, en sus composiciones de hermosas cerámicas antiguas, en sus modelos.
Jesús Conde Ayala, emula el Nacimiento de la Virgen con la incorporación de su sello personal con unos escarpes de armadura a los pies de la cama. En esta obra podemos ver claramente esa pincelada suelta casi abstracta en los ropajes de los personajes y la cama y que tanto caracterizan al pintor. Todo en Jesús fluye en su espacio, haciendo del cuadro versionado una pieza diferente, que vibra en la originalidad de lo único, en la atmósfera de su instante.
Lola Blanca López, para la emulación de la Asunción. En ella podemos observar una mayor suavidad de los claro oscuros y una gama cromática algo más variada que el original, sobre todo en los serafines. La visión de Sierra Nevada será la incorporación de la pintora. La delicadeza del trato con los objetos de alta época, la pulcritud de su trabajo, donde los tiempos pueden ser indiferentes y las horas insignificantes, son los avales más que notables para afrontar un trabajo como el presente.
Eusebio San Blanco, nos ofrece una interesante obra con un estilo innovador del Martirio de San Bartolomé, el entrecruzamiento de las finas pinceladas, casi veladas ofrecen a la obra un exquisito cromatismo donde la luz y el dibujo es predominante en contraposición de la antigua tabla flamenca. Artista que percibe la pintura como su propia vida: disfrutándola con la mayor intensidad posible, hasta el punto de sentirse cómodo provocando a unos pocos con cautela y satisfaciendo a otros tantos con algún brote de ironía.
Juan Carlos Conde Ayala, nos ofrece una interpretación contemporánea de la Predicación de San Bartolomé con fuertes contrastes de color y donde el dibujo es predominante en su estilo. Las caras femeninas de las figuras principales han sido transformadas para represar a la familia del pintor, su mujer y sus dos hijas. Aborda la obra como una nueva clase de pintura y estética, fusionando técnica y teoría de un pretérito para cautivarnos en el presente.